Pizzeria-Osteria Il Bacaro dell'Arena, Verona
(Este artículo se publicará también en Ispra.)
En otra calle lateral, paralela a la arteria comercial veronesa y a unos 80 metros de la Arena, encontramos un restaurante con precios asequibles y una extensa carta no traducida. Había poca gente por la calle, y casi siempre italianos o mochileros buscando el sitio más típico y barato. El suelo era en madera bicolor (blanco, marrón oscuro) y la decoración... llamativa, con lámparas tipo vidriera de colores básicos y chillones, y un feo color verde pastel en las paredes.
Pedimos vino de la casa. De primero, pedí pasta con setas; a la vista de la foto está. Marina pidió gnocchi con bacalao, creo recordar, mejor incluso que mi plato. De segundo, fallé con los filetitos de lomo, aunque la salsa al vino desapareció rápidamente. Eso amarillo que aquí llaman polenta hará feliz a mi madre, porque no es ni más ni menos que sémola de maíz. Después de tantos años de hacérmela engullir, mira por dónde, me la comí a pocos metros de la ópera. Marina pidió una parrillada de pescado, servido en papel de estraza (o de Manila, nunca recuerdo cuál es cuál) para extraerle el aceite sobrante.
En otra calle lateral, paralela a la arteria comercial veronesa y a unos 80 metros de la Arena, encontramos un restaurante con precios asequibles y una extensa carta no traducida. Había poca gente por la calle, y casi siempre italianos o mochileros buscando el sitio más típico y barato. El suelo era en madera bicolor (blanco, marrón oscuro) y la decoración... llamativa, con lámparas tipo vidriera de colores básicos y chillones, y un feo color verde pastel en las paredes.
Pedimos vino de la casa. De primero, pedí pasta con setas; a la vista de la foto está. Marina pidió gnocchi con bacalao, creo recordar, mejor incluso que mi plato. De segundo, fallé con los filetitos de lomo, aunque la salsa al vino desapareció rápidamente. Eso amarillo que aquí llaman polenta hará feliz a mi madre, porque no es ni más ni menos que sémola de maíz. Después de tantos años de hacérmela engullir, mira por dónde, me la comí a pocos metros de la ópera. Marina pidió una parrillada de pescado, servido en papel de estraza (o de Manila, nunca recuerdo cuál es cuál) para extraerle el aceite sobrante.
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