ristorante praetoria, aosta
Sábado por la noche, el calor asfixiante se atenúa en el centro mismo de los Alpes. Un restaurante de fachada estrechísima, céntrico, sin más cartel que la carta en la entrada. En un solo idioma, aunque tampoco es que haya muchos turistas extranjeros en Aosta (si contamos como locales a italianos y franceses).
De primero pedimos tartas saladas y una ensalada para compartir. El aceto balsámico era gran reserva, el aceite extra de primera prensada en frío. El conjunto, tan excelente como se pueda esperar. Me gustaría hacer notar que el sabor de cada verdura se nota, nada que ver con lo que sale de los invernaderos de El Ejido. Respecto a las tartas, las tres para chuparse los deos: una de espinacas, otra de calabación, y una de queso y patata.
De segundo, por un lado conejo con especias, deshuesado y hecho al horno, Marina aún está salivando con el plato. Por mi parte, un solomillo a las olivas negras. Excelentes materias primas, poco pesado, salsa en su punto, ni líquida ni espesa de más.
El vino: una copa de Barbera d'Asti (en italiano no se apostrofa, en valdostano sí), y un Cygnus. Ambos lejos de la tradición del Chianti, que me perdonen pero la mayoría de vinos italianos me parecen aguados. Excelentes.
De postre, debido a la tardanza del segundo plato, nos invitaron a dos copas de grapa tras el plato de fresas con panacotta.
La factura, como siempre por debajo de los 25 euros por cabeza.
De primero pedimos tartas saladas y una ensalada para compartir. El aceto balsámico era gran reserva, el aceite extra de primera prensada en frío. El conjunto, tan excelente como se pueda esperar. Me gustaría hacer notar que el sabor de cada verdura se nota, nada que ver con lo que sale de los invernaderos de El Ejido. Respecto a las tartas, las tres para chuparse los deos: una de espinacas, otra de calabación, y una de queso y patata.
De segundo, por un lado conejo con especias, deshuesado y hecho al horno, Marina aún está salivando con el plato. Por mi parte, un solomillo a las olivas negras. Excelentes materias primas, poco pesado, salsa en su punto, ni líquida ni espesa de más.
El vino: una copa de Barbera d'Asti (en italiano no se apostrofa, en valdostano sí), y un Cygnus. Ambos lejos de la tradición del Chianti, que me perdonen pero la mayoría de vinos italianos me parecen aguados. Excelentes.
De postre, debido a la tardanza del segundo plato, nos invitaron a dos copas de grapa tras el plato de fresas con panacotta.
La factura, como siempre por debajo de los 25 euros por cabeza.
Comentarios
¿Para cuando tu propia guía "michelín" o directamente "lorza"? :-)
Besicos pa los dos.
Todo se ve buenísimo!!!!
Abrazos y seguid disfrutando