memoria del paladar

La coca del faraón


La rebanada de pan con aceite es el alimento más primitivo y terrestre de nuestra cultura. En Denia suelo tomar uno de sus derivados, que he bautizado con el nombre de coca del faraón. Sus ingredientes son humildes y esenciales: harina de trigo amasada con aceite de oliva y sal, con una austerísima anchoa o sardina encima y puesta al horno de leña de monte, con espinos, zarzas y aliagas, que la dejan perfumada de fuego silvestre. Esta vianda tiene más de tres mil años de antigüedad. Está pintada en las paredes de las mastabas de Menfis y de otras tumbas en el Valle de los Reyes en tiempos de Ramsés II y también apareció petrificada dentro de una copa de oro del tesoro de Tutankamón. ¿Qué más se necesita para comerla con absoluta devoción? […]

Simplemente pan

En medio del hambre de la posguerra, siendo muy niño, en el pueblo las familias se dividían en dos: casas donde amasaban pan y casas donde no amasaban pan. Eso significaba que tenían o no tenían harina y en esa división consistía entonces ser absolutamente rico o pobre de solemnidad. Si no había tierras, no había grano; si no había grano, no había harina; si no había harina, no había pan, salvo el pan de serrín de la cartilla de racionamiento, que, aparte de remediar el hambre, podía servir también de arma ligera. Si masticando la bola de serrín uno estornudaba, la boca se convertía en un cartucho de perdigones que arrasaba con todo lo que hubiera por delante. En cualquier caso, el pan era sagrado. Había unos versos de cantar de ciego que decían:

El pan no se tira, hermano,
si se cae al suelo, se recoge,
se besa y se da en la mano.

Había que besar el pan cuando caía al suelo, en efecto, pero eso sólo lo hacían los ricos temerosos de Dios, ya que los pobres con el estómago vacío se olvidaban del precepto y sin piedad alguna convertían ese beso en el primer mordisco. Desperté al uso de razón cuando para mucha gente de alrededor comer pan era una hazaña que se intentaba todos los días sin resultado. [...]

(Comer y beber a mi manera, Manuel Vicent, Alfaguara 2006)

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
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