les divas
He aquí un restaurante en el que no podremos repetir: cerró anoche. Encajonado entre un enorme y caro restaurante con aparcacoches, y un cine, apenas era visible desde la calle. Y fue un descubrimiento. La primera vez que fuimos no llevaba cámara; esta vez sí.
Se tomaron su tiempo para servirnos, que empleamos en saborear el vino de Burdeos que elegimos. Les divas no es un sitio donde tengan los platos ya cocinados, desde luego. Por fin llegaron:
Aun comiéndolo no sabía qué era. Pero estaba delicioso. Pensé en algún tipo de marisco, pero tenía que ser algo de la ternera, una víscera que yo no conocía. Repito, estaba fantástico. Luego lo busqué en internet, y parece el timo, una glándula que sirve para que los bichos puedan digerir la lactosa de la leche de vaca de sus madres.
No contentos con el festín, pedimos postre: tarta de chocolate con coulis de frutos rojos (coulis: el zumo filtrado y concentrado).
El precio, el habitual en estas salidas parisinas: por debajo de 50 euros los dos.
¿La calidad? ¿La acogida? Pues ya no importan mucho, el restaurante ya no existe. Repetimos, y ya no es posible hacerlo más. Y lo vamos a recordar y a echar de menos, seguro.
El menú lo teníamos en la mano, aparte el plato del día y las sopas y postres que se ven en la foto. Las sopas las probamos el primer día: yo una de hinojo, Marina una de lentejas con pequeños guisantes, o al revés, no me acuerdo. Esta vez pasamos de las sopas, no hacía tanto frío en la calle, y fuimos a por los platos principales directamente. Pedí el plato del día: ris de veau y Saint Jacques, con espinacas. Marina escogió un farcit de légumes con tagliatelli: tres verduras rellenas (tomate, berenjena, calabacín), y guarnición de pasta. Ni idea de lo que era mi plato, ni tampoco me preocupaba mucho, la verdad.
Aun comiéndolo no sabía qué era. Pero estaba delicioso. Pensé en algún tipo de marisco, pero tenía que ser algo de la ternera, una víscera que yo no conocía. Repito, estaba fantástico. Luego lo busqué en internet, y parece el timo, una glándula que sirve para que los bichos puedan digerir la lactosa de la leche de vaca de sus madres.
No contentos con el festín, pedimos postre: tarta de chocolate con coulis de frutos rojos (coulis: el zumo filtrado y concentrado).
El precio, el habitual en estas salidas parisinas: por debajo de 50 euros los dos.
¿La calidad? ¿La acogida? Pues ya no importan mucho, el restaurante ya no existe. Repetimos, y ya no es posible hacerlo más. Y lo vamos a recordar y a echar de menos, seguro.
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